La curiosidad y la inocencia de un niño son infinitas, al igual que su imaginación. Una imaginación que va de la mano con los sueños, sueños de hacer imposibles que con el paso del tiempo se han hecho realidad; como volar, la propia tecnología y un largo etc.
Si somos capaces de todo eso y mucho más, ¿hasta dónde podríamos llegar si nos lo propusiéramos? ¿Seremos capaces de encontrar ese equilibrio que discierne entre el bien y el mal?
Queramos o no desde que nacemos crecemos, convivimos, aprendemos, nos caemos y nos volvemos a levantar. El paso del tiempo se refleja en nuestro cuerpo, creamos y descubrimos el mundo que nos rodea. Estudiamos y convivimos en sociedades que nos engloban como parte de la realidad que vivimos. Mediante los medios de comunicación alcanzamos de punta a punta el planeta, e incluso más allá de las estrellas. Un mundo que se amplía y globaliza cada vez más como uno solo que debe perpetuar la especie humana y las diferentes formas de vida. Más todo esto al igual que nos acerca nos aleja, donde el equilibrio sería el óptimo resultado para la convivencia global de las especies.
Y llega la noche más mágica del año, la noche de Los Reyes Magos. Para muchos real, para otros historia, religión, o sueños cumplidos o por cumplir. Más la realidad es un compendio de lo existente dentro de un método contrario a lo que se pueda comprender como imaginario. Encontrándonos con términos como concreción, o estado ontológico para indicar la presencia de las cosas. En la que buscamos conexiones entre la existencia y la realidad, en la que también se utiliza metafísica como estudio de la naturaleza del ser.
Lo cierto es que es difícil de responder lo que significa “ser”, ya que es un reto conceptual que integra filosofía, divinidad, creencia, cultura, mito, religión, patrones adquiridos o heredaros. Mas la realidad pudiera ser un concepto abstracto que se afirma cuando es percibido con los sentidos, con la mente, con las variantes en cada individuo.
Y nos esforzamos en etiquetar, poner nombres complejos o extraños a las cosas o estudios. Desgranando todo en porciones o unidades, muy muy pequeñitas, con la intención de comprender, de descubrir. Razonamos y pensamos de mil formas diferentes y millones de personas a lo largo de la historia. Buscando el origen o la evolución de los grandes sistemas, del universo, galaxias o cúmulos estelares. Intentando descifrar quizás la edad del propio universo y de la propia humanidad. A esto se le llama cosmogonía, pero además se subdivide en tipos como el azteca, griego, maya, budista, egipcio, árabe, indio. Con elementos comunes y mitos, en los que el universo y el caos se segregan en partes que se agrupan a su vez en fuerzas que intervienen de una forma u otra, científica, sobrenatural o divina. Todo desde una cosmovisión que depende del pensamiento y los conocimientos del momento, y que se trasmite de generaciones en generaciones. Como los mitos cosmogónicos en su entusiasmo de comprender el origen del cosmos, o los teogónicos que integran la mano de los dioses en la creación, o los antropológicos en los que el ser humano se crea a partir de la materia.
Y así entre la cosmogonía y la cosmología buscamos dar sentido a lo que somos, a lo que nos rodea, ciencia, espíritus y planos entre el tiempo y el espacio, planos entre la materia y lo espiritual. Lo cierto es que cada uno de nosotros interpreta y se impregna de lo que cree que es posible, real o probable. Pero la evolución del ser humano prosigue y la mente, las emociones, el propio cuerpo, y para aquellos que creen en la parte sutil de los seres, bailan una danza acrobática suspendida en lo que es o pudiera ser.
Nos vemos como niños intentando comprender o explicar aquello que se nos escapa al entendimiento. Sin embargo, nos aferramos con fuerza a nuestras creencias o a lo que sentimos que es verdad, bien porque lo llevamos escuchando de generación en generación como algo cultural, adquirido en el tiempo u otras causas en las que juega un papel importante el miedo. Pero, ¿quién tiene la verdad?, ¿cuál es la verdad?, ¿qué es lo que crees tú que me estás leyendo o escuchando?, ¿vendrán Los Reyes Magos esta noche a tu casa?
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