Desescalada

Será una palabra que no olvidaremos nunca y que siempre asociaremos  a esta pandemia que nos ha hecho reaccionar y reflexionar sobre la distancia y  la soledad.

Puedes visualizarlo y escucharlo con mi voz (texto y audio propios protegidos y registrados con derechos de autora)

Términos a los que no estamos acostumbrados a darle el significado en nuestras carnes, en nuestras mentes y en nuestros días. Todo ha estado  rodado desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos sin apenas tiempo para respirar un amanecer o ver el cielo estrellado, o quizás esa llamada que se aplaza interminablemente por no encontrar las palabras adecuadas para conseguir trasmitir lo que realmente sentíamos y seguimos sintiendo.

Pero el Covid-19 ha llamado a nuestra puerta para entrar durante un tiempo en nuestras vidas y esperemos que sea así y no nos haga retroceder desapareciendo, han sido y son muchas las especulaciones de donde viene, como ha nacido y como se ha propagado; políticamente  el tiempo descifrará la verdad si es que tenemos acceso a ella en su viabilidad de transparencia.

Lo que sí es cierto y al margen de todo eso a pesar de que vaya de la mano, nos ha  descubierto otra forma de comunicarnos, de trabajar y de cooperar desde nuestras casas; aplausos desde los balcones, dibujos infantiles y miles de vídeos han sido nuestro día a día. Mientras algo en nuestro interior se rompía y empezaba a comprender que las cifras de la muerte nos pasan tan cerca de la piel que deseamos no sea ningún familiar o conocido, porque no habrá posibles despedidas, tendremos que confiar en una caja cerrada y los informes que adjunte para entender que en ella va el amor de una vida a la que no podremos ver la cara nunca más.

Y damos sentido a la palabra soledad cuando tus límites son cuatro paredes y la oscuridad del silencio en el que nadie se acuerda de ti, muchos  han fallecido rodeados de personal sanitario que han dado todo lo mejor de ellos, pero hay quienes días más tarde quizás por el olor a muerte han sido encontrados en sus casas arropados en sus miedos ya sin vida. La distancia de los seres queridos, la falta de un abrazo que nos haga creer que no estamos solos, la soledad que se acumula entre los ruidos de una vida que se ha ido formando sin ser la que te hacía feliz al lado de un hoy desconocido. Tiempo  en casa, quien la tenga, para recogerse y encontrase con uno mismo, como si frente a un espejo tu propia imagen te preguntara  ¿eres feliz? ¿Qué estás haciendo con tu vida? ¿Estas con quien quieres estar? Tiempo en el que las nuevas tecnologías son la base de la comunicación y pobre de aquellos que no sepan como usarla porque su silencio será  su mayor encierro. Mensajes y videollamadas que bombardean constantemente tu mente al igual que las noticias que llegan en las redes sociales y los medios de comunicación ,informaciones que se mezclan con verdades y mentiras en forma de pócima o brebaje junto a tus propios sentimientos que tienes que tragar  o escupir como veneno.

Y entramos en la desescalada, palabra que se emplea en la literatura médica y que la estamos haciendo común  a los pasos de nuestros días, hemos vivido peligro y tensión  algunos más por las situaciones de sus propias vidas que por el virus; y ahora toca poco a poco volver a rencontrarse, mirarnos a los ojos bajo las mascarillas y entender que no todos reaccionamos de la misma forma ante situaciones límites y no por ello debemos decepcionarnos,   debemos poner en la balanza lo positivo ante lo negativo. Reencontrarnos con las personas que con el corazón roto por las pedidas de seres queridos siguen en pie y más carentes que nunca de los abrazos y el amor de los que le rodean. Y es que se dice que la soledad es más letal que cualquier enfermedad, que te abandonas y pierdes los deseos de vivir al no encontrar latidos que te recuerden que tú también tienes un corazón.